Un sacrificio de amor

Un sacrificio de amor

Hoy es una noche como ninguna otra, el viento, el silencio y una voz orando a lo lejos, me hace pensar que ha llegado el momento que Jesús nos había anunciado...

El maestro ha llegado al huerto de Getsemaní, se puede ver la angustia en su rostro, él sabe lo que acontecerá. Se ha postrado delante del Padre y se le escucha decir: Padre, si es posible, pase de mí esta copa, pero que se haga tu voluntad. Clama a gran voz mientras al suelo cae su sudor como gotas de sangre.

Jesús vino a la tierra como un hombre, renunció a todo por cumplir con la voluntad de Dios: dar su vida por rescate de muchos. El hijo del Hombre será entregado en manos de pecadores, Jesús sabe lo que esto implica pero está dispuesto a hacerlo, ¿sabes por qué? Por amor, sí, por amor a ti y a mí.

Ha llegado uno de los que caminaba con él, hay mucho alboroto, detrás de él viene mucha gente, entre ellos sacerdotes y ancianos. Es Judas, al parecer este le ha traicionado... Un beso y le entregó por 30 monedas de plata.

Pedro está anonadado, ha sacado su espada y ha herido a uno de los siervos del sacerdote. ¿Saben que hizo Jesús? Le restauró, él podría orar al Padre y este le enviaría ángeles para defenderse, pero no, es necesario que se cumplan las escrituras. Jesús está a punto de hacer un sacrificio de amor.

Lo han llevado ante el concilio, ¿de qué le pueden acusar? Jesús sólo se ha dedicado a enseñar, a servir y amar. La soberbia y orgullo del hombre es tan grande, que no se han dado cuenta que van a sacrificar al Hijo de Dios.

¡Blasfemia! Le llaman blasfemia a la verdad. Que equivocados están, el maestro sólo guarda silencio, no está dispuesto a defenderse.

Ha llegado la multitud, algunos han reconocido a Pedro, pero este ha negado conocer a Jesús en tres ocasiones. Esto ya se lo había anticipado el maestro, hoy solo llora amargamente.

Jesús ha sido llevado ante Pilato con la intención de que lo crucifiquen. Su delito más grande: ser el hijo de Dios. Pilato sabe que el maestro es inocente, ha decidido soltar a un preso, les dio la posibilidad de arrepentirse y dejar libre a Jesús, pero ellos prefirieron liberar a un ladrón: Barrabás.

El pueblo grita a gran voz: ¡Crucifíquenle! ¡Crucifíquenle!

Mi corazón se estremece en gran manera, ¡el maestro es inocente! Nadie entiende, incluso en este momento él nos demuestra cuán grande es su amor por nosotros.

Pilato se ha lavado las manos. Jesús ha sido entregado a los soldados romanos.

¡Maestro, perdónanos! ¡Todos han escondido su rostro! ¡Nadie ha extendido su mano para ayudarte! Tú no pronuncias una sola palabra, ni siquiera te defiendes. Estás dispuesto a llegar hasta al final, tu amor está a punto de transformar por completo a la humanidad, pero nadie lo comprende...

Te han azotado; te han golpeado al punto de no poder reconocer tu rostro; te han escupido; se han burlado de ti; te han humillado y te han hecho cargar la cruz en la que vas a ser crucificado. Hoy llevas una corona de espinas y tu sangre es esparcida por todas partes.

¡Precio de sangre has querido pagar! Precio de sangre por aquellos que cuando estabas sediento, solo te dieron a beber vinagre...

Clavos en tus manos y pies, una multitud contemplando el acto más atroz de la humanidad. Tu dolor es inminente, eres el Hijo de Dios pero te hiciste hombre por amor. Fuiste tentado al igual que nosotros, sientes dolor al igual que nosotros, estás sediento al igual que nosotros... la diferencia es que en ti no hay falta, no hay mancha, no hay arruga. Aún en tu prueba más dura, aún cuando te han desnudado, aún cuando te han humillado, aún cuando te han llevado cómo oveja al matadero: tú no sigues amando.

Solo se escucha tu voz sollozar: ¡Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen!

Este es Jesús el nazareno, el Hijo de Dios, el que estuvo dispuesto a dar su vida a cambio de la tuya. El que ha estado dispuesto a derramar hasta la última gota de su sangre para que hoy podamos vivir en libertad.

Es la hora novena, Jesús clama al cielo: Elí, Elí, ¿lama sabactani? Muchos se siguen burlando, pero no entienden que por un momento has sido desamparado, pues pasado esto has de vencer a la muerte y te sentarás a la diestra del trono de Dios.

Jesús clama a gran voz: Consumado es.

El maestro ha entregado su espíritu, la tierra comienza a temblar: el velo se rasgó.

¡Consumado es! Jesús entregó su cuerpo, derramó su sangre y nos trajo salvación.

¡El venció! ¡Gloria al Rey de Reyes y Señor de Señores!

Hoy hemos sido testigos de un sacrificio de amor...